Ese es uno de los hilos con que teje su superventas “El loco de Dios en el fin del mundo” el oportuno, afortunado y ateísimo escritor español Javier Cercas. El libro se ha convertido en una lectura imprescindible para comprender quién, cómo y cuál fue el aporte del jesuita argentino Jorge Bergoglio a la historia de la Iglesia Católica a comienzos del siglo 21. Y en un ejemplo de sentido comercial, nacido en El Vaticano y aprovechado magistralmente por Cercas.
En 2023, los más conspicuos encargados del Dicasterio de las Comunicaciones de la Santa Sede le propusieron acompañar al papa Francisco en su viaje a Mongolia y escribir lo que saliera. Una novela, una crónica, un reportaje. Sin censura… La inusitada oferta incluía acceso ilimitado a los mandamases de la Iglesia, viajar junto a los periodistas acreditados en El Vaticano e incluso la promesa velada de que podría entrevistarse con el Papa.
El autor y su oportuno libro que no tardó nada en convertirse en superventas. Javier Cercas es un genio que se despliega en mil apasionantes páginas.
Cercas, quien no está cerca de Dios ni de los asuntos divinos, se lo piensa y acepta, siempre y cuando pueda conversar con Francisco y hacerle una pregunta para satisfacción de su madre, quien vive extraviada en la neblina del Alzheimer.
¿Podrá ella finalmente reunirse con su difunto marido? ¿Existe la vida eterna y la resurrección de los muertos? Un tema del que, a juicio del escritor, el Papa, la Iglesia, sus dignatarios, hablan poco. Cuestión rara, dado que es el más poderoso eslogan de su causa. Su promesa más atractiva.
El escritor que se define como un loco sin Dios acepta seguir “al loco de Dios” hasta Mongolia a fines de agosto de 2023, y escribir “un libro punki”. Esto significa raro, inclasificable, como él mismo declara. Y lo escribe. Son 5 días de intensa gira y meses de entrevistas con los más diversos personajes, desde el santo inquisidor de la Iglesia actual, el argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández hasta decenas de misioneros en Mongolia, vaticanistas y eminencias diversas.
El 4 de abril de 2025, lanza el libro en Roma, con bombos y platillos, con el apoyo de la Iglesia. A fines de mes, el 21, muere, con 82 años de edad, el papa Francisco. El argentino Jorge Bergoglio, quien tomó el nombre de Francisco para su papado, inspirado en san Francisco de Asís, quien se consideraba a sí mismo “el loco de Dios”.
“Señoras y señores, ladies and gentlemen, madames et monsieurs, amado público, amigos todos: A qué engañarnos: éste es un papa singular
Un papa sin pompa ni circunstancia
Un papa que siempre se ha lavado los calcetines
Un papa que suelta lo que se le pasa por la cabeza
Un papa que se equivoca
Y la arma gordísima y acto seguido se corrige y pide disculpas
Como le ocurrió en cierta ocasión de aciaga memoria
Durante un viaje a mi querida patria Chile
Cuando defendió a capa y espada
A un obispo encubridor de abusadores sexuales…”
En el ejercicio de su libertad creativa, el autor le adjudica este texto –que es mucho más largo que el trozo reproducido– a “otro loco de Dios, otro chiflado latinoamericano de Dios. Se llamaba Domingo Zárate Vega, pero en vida lo conocieron como el Cristo de Elqui. Fue un humilde campesino chileno que, en 1927, a raíz del trauma espantoso de la muerte de su madre, empezó a ver personajes divinos, se dejó crecer el pelo y la barba, se vistió con un sayal negro y unas sandalias y empezó a recorrer de punta a punta su vasto país. Lo siguieron 12 discípulos”, explica en el libro.
Cercas no es el primero en darle voz al modesto Cristo de Elqui, el que en los años 30 del siglo pasado, a su llegada a la Estación Central, donde lo espera una multitud de curiosos, fue detenido por carabineros yllevado directamente a la Casa de Orates, donde se determinó que padecía “delirio místico crónico”. Un incomprendido.
Otro famoso escritor que escribió en su nombre fue Nicanor Parra.
Domingo Zárate, el Cristo del Elqui, murió en 1971 en el olvido, pero de tanto en tanto alguien lo descubre y lo resucita, como Javier Cercas, tan obsesionado con la vida eterna.
Domingo Zárate murió en el más completo olvido en 1971. En 1974, Parra, el antipoeta, recreó en verso sus prédicas y sermones. Cercas sostiene que el papa Francisco los suscribiría íntegros, aunque no sabe si los conoce.
Parra escribió, poniéndole letra al Cristo del Elqui:
“Quiénes son mis amigos
los enfermos
los débiles
los pobres de espíritu
los que no tienen dónde caerse muertos
los ancianos
los niños
las madres solteras
–los estudiantes no, porque son revoltosos–
los campesinos sí, porque son humildes
los pescadores porque me recuerdan
a los santos apóstoles de Cristo
los que no conocieron a su padre
los que perdieron, como yo, a su madre
los condenados a cadena perpetua
en las llamadas oficinas públicas
los humillados por sus propios hijos
los ofendidos por sus propias esposas
los araucanos
los postergados una y otra vez
los que no saben ni siquiera firmar
los panaderos
los sepultureros
amigos míos son
los soñadores-los idealistas
los que entregaron su vida como Él
en holocausto por un mundo mejor”.
Es interesante cómo Cercas –un loco sin Dios, en sus palabras– arma una historia de mil páginas donde se vale de varios trucos que atrapan a distintos lectores. Uno de ellos es dejar abierta hasta el final la incógnita de lo que le dijo el papa Francisco para tranquilizar a su madre. ¿Existe la vida eterna? ¿Se reencontrará ella con su amado esposo en el más allá? ¿Resucitarán juntos de entre los muertos? Una respuesta que interesa a todos los que tienen o creen tener el don de la fe y a los que no lo tienen, claro, porque en una de esas se contagian.
Otro truco es más terrenal y periodístico: revelar su propia impresión de Jorge Bergoglio, con las muchas sombras y las luces del jesuita, que repasa sin anestesia, hurgando en archivos, conversando con cercanos, leyendo mucho. ¿De qué madera estaba hecho Francisco?
Un tercer truco: ¿Era el papa Francisco realmente un loco de Dios, como san Francisco, o era un loco a secas, o era un hombre lúcido y profundamente ambicioso? ¿O era simplemente “un argentino malas pulgas”, como escribió el columnista Rafael Gumucio alguna vez y al que Cercas también cita?
Un cuarto recurso a la medida de los chilenos: ¿En que se parecía el loco de Dios que llegó a sentarse en el trono de San Pedro al loco de Dios chileno, nacido en el Valle del Elqui, que no llegó a ninguna parte?
“El loco de Dios en el fin de mundo” tiene lectores para muchas lecturas. Y es ciertamente un apasionante viaje a Mongolia, que divierte, entrega información y permite hacerse una idea de cómo sentía, pensaba y actuaba el difunto papa Francisco. Y la respuesta a la duda eterna de una devota señora española que murió antes que el pontífice, en diciembre de 2024, y si creemos puede que ahora mismo esté tomando té con su marido, el señor Cercas.