“Arrendaba con una mujer y mi ex pareja”, explica Alejandro, al otro lado del teléfono, desde la ciudad de Talca, región del Maule. “Pero ella comenzó a discriminar a mi ex pareja cuando yo no estaba presente, lo maltrataba, le decía: “Maricón”, “prostituto”, “desviado”, luego lo obligaba a hacerse cargo de todas las tareas de la casa y a grito limpio hacía que cuidara a su hijo pequeño, cuando ella salía a consumir o se iba de fiesta”.
-Cuando me enteré de lo que pasaba, la encaré, le pedí explicaciones, pero ella optó por echarnos de la casa robarse todos mis ahorros, y sin ningún peso, terminamos viviendo en la calle, sin ninguna de red de apoyo.
-No, yo me crie en el Sename, sin familia y sin amigos… La calle es terrible, la peor experiencia de mi vida, acá me han golpeado, me han escupido… Una vez, cuando llegué a un albergue, uno de los participantes, me dijo: “Tú no te duchas con nosotros, las mujeres se duchan último”.
La realidad de las personas LGTBIQ+ (lesbiana, gay, transexual, bisexual, intersex, querr. El símbolo “+” busca incluir a otras identidades de género, como pansexual, asexual, demisexual, género fluido, entre otros) que viven en la calle es una situación que no se muestra en la televisión, sino que vive oculta en nuestra región. Así lo atestiguan las 1.200 personas en situación de calle que se contabilizan en Curicó, Talca, Linares, Molina y Cauquenes. Sin hogar, expuestos a violencia y vejaciones.
Hace pocas semanas, con el apoyo del Gobierno regional del Maule, Hogar de Cristo comenzó a implementar un proyecto que busca abordar esta realidad entregando kits de alimentación semanal, elementos de higiene y cuidado a 58 mujeres y disidentes sexuales en situación de calle. También se realizarán talleres que promueven espacios de conversación y contención individual y grupal.
“La iniciativa contempla tres líneas de acción”, explica Nicanor Huentemilla, jefe de operación social de Hogar de Cristo, en Talca. “En primer lugar, vamos a entregar un apoyo material, que aporte en las necesidades de urgencia en alimentación, abrigo e higiene. En segundo lugar, vamos a realizar espacios de encuentro y apoyo psicosocial, en el plano individual como colectivo, entendiendo que la comunidad LGTBIQ+ no sólo necesitan alimento y abrigo, también necesitan un apoyo psicosocial que los acompañe, incluya y valorice sus experiencias de vida. Y, por último, vamos a vincularlos en espacios de aprendizaje, recreación y reflexión; todas las cuales tienen como punto de partida la creación de vínculos de confianza y cercanía que permitan confianza mutua en el apoyo y en la certeza de que no están solos en su vida”.